Y allí estaban, hablando los unos con los otros. El bullicio era inmenso. Parecía aquello una clase de colegio y nadie actuaba para remediar la situación. Los gritos eran la manera más educada de reclamar lo deseado y no se privaban de acompañar ese panorama con empujones e insultos. ¿Dónde vivíamos? ¿Cómo habíamos llegado a aquella situación? Difícil... o quizá no.
De repente, todos cesaron en su intento por demostrar quién podía elevar la voz al nivel más alto y un abrumador silencio llenó la sala. Todos miraban atónitos hacia arriba, pero en el techo no había nada. Ahora mi pregunta es: ¿Hay algo? ¿Han estado todos estos sentimientos gritando para apoderarse de mi por alguna razón? Los que más alto mostraban su intento por gobernar eran Felicidad y Tristeza.
Yo soy esa sala, y como dueño de ella, pongo como norma que seas tú la que elija al próximo gobernador. Lo dejo en tus manos.
Jesús Alonso Lorenzo
Vale, es tremendo de verdad.
ResponderEliminarNo es por hacer la pelota, pero escribes demasiado bien, intenta mezclar el realismo con lo abstracto y te sale realmente clavado.
Un beso.
¡Muchas gracias! Me alegro de que te haya gustado y de que aprecies de esa manera lo que he puesto. ¡Otro beso para ti! :D
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